Como dice el barbero: pelo pelo pelo

Saliendo un poco del glamour con el que han hablado mis co-equipers, vengo a traerles una disyuntiva que me acoge en este instante.
Me encuentro en un momento crucial de mi vida en el que los vellos de mis piernas no están lo suficientemente largos como para ir a la depiladora, pero sí lo están como para que quien me acaricia evite mis piernas... Y yo no soy de las que se afeitan, porque con solo acercar una rasuradora a mis gambas ya me crece el triple en cantidad, densidad y oscuridad, así que la maquinola queda fuera de la cuestión.

Tan solo eso, quería compartir este momento único [que se repite todos los meses, es casi tan insoportable como Andrés] de acongojo con ustedes. Me despido con un caluroso y velludo abrazo de piernas en sus cinturas...