
Yo no sé si es que el amor me revolucionó la hormona o si el compañero es el que me tiene loca, pero lo cierto es que ¡nunca tuve tantas ganas como ahora! Y no lo digo yo solamente: mis ta-tas así lo consideran, ya que yo solía ser una chica de "nenas" tímidas, pero ahora están alerta todo el día, ansiando el próximo roce, deseando la inminente caricia.
No lo tomen a mal, no lo considero algo malo. Es más bien algo que me sorprende, pero ¡me gusta! Ahora soy yo la que propone una hora de almuerzo en la que el menú seamos él y yo. Soy yo la que quiere rumba mañana, tarde y noche. Soy yo la que no puede pasar una noche sin darse una mano. La verdad que este estado es maravilloso. Y lo mejor es que ¡estoy de un humor divino!
Y el novio, feliz, por supuesto.